Libro “Las puertas del mundo”

Paula Valenzuela:

La reina de las alianzas

La única mujer directora de la Bolsa de Comercio ha hecho una brillante carrera en el mundo privado aportando a las empresas, además de rentabilidad, valores como la ética, la colaboración y la diversidad.

Paula Valenzuela Peña, Directora en la Bolsa de Santiago, Generation (McKinsey) y Fundación Coopeuch.

Es Ingeniero Comercial de la Universidad Finis Terrae y PADE del ESE Business School. Hasta diciembre de 2019 fue gerente general de Fundación Generación Empresarial. Por más de 25 años ha liderado organizaciones y procesos de transformación cultural a nivel corporativo, siempre trabajando en alianza con gremios empresariales. Mejorar los estándares éticos y de integridad en las organizaciones, además de fortalecer vínculos de confianza entre la empresa y sus stakeholders. Es directora en la Bolsa de Santiago, Generation (McKinsey) y Fundación Coopeuch.

Alta, delgada, estupenda sobre sus stilettos de 12 centímetros, Paula Valenzuela soñaba con que su vida fueran las pasarelas. El diseño de moda era su pasión. Cientos de revistas acumuladas en su casa a lo largo de los años dan cuenta de esa vocación. Sin embargo, nada más lejos de eso terminó sucediendo en su vida profesional.

Paula Valenzuela es hoy una de las mujeres de negocios más influyentes del país, su red de contactos la ha llevado no sólo a rentabilizar empresas, sino que a generar alianzas en las que, por ejemplo, se estudia cómo introducir la diversidad a los gobiernos corporativos de las organizaciones listadas en la Bolsa, y también se piensa y prepara a los jóvenes para cuáles serán las futuras demandas laborales, a través de la ONG Generación.

Su desfile en este mundo comenzó como el de muchos jóvenes que sueñan con una carrera dedicada al arte o a la estética: por imposición familiar.

“A mí me atraía el mundo de la belleza, me motivaba encontrar algo que le dijera a la mujer que era importante, que tuviéramos algo que nos hiciera sentir únicas”, recuerda. Y agrega: “Pero mi padre me dijo “Está perfecto si tú te quieres dedicar al diseño y a la moda, pero antes vas a estudiar algo que sea útil para la vida y que te prepare para lo que venga. Así terminé estudiando Ingeniería Comercial”.

Cuando llegó la hora de elegir universidad para ingresar en 1988, una vez más la voluntad paterna se hizo notar: “Él es ingeniero comercial, había trabajado en Corfo y conocía a muchos de los profesores y de las personas que partieron con esta Universidad”, recuerda.

Me pareció una buena opción y tampoco pregunté mucho más.

Desde las alturas de una oficina en Apoquindo, Paula Valenzuela se revela como una ejecutiva centrada en la solución. No le da demasiadas vueltas a las causas de los problemas, no es rumiante respecto de los efectos que ellos generan. Su foco es detectarlos y generar la mejor solución. “La otra alternativa hubiera sido estudiar en la Chile o la Católica, que eran las típicas, pero no me había ido lo suficientemente bien. En cambio, valoré mucho la malla curricular de la Finis y sobre todo que los profesores hubieran venido de la Universidad de Chicago, desde la lógica del modelo económico. Ahora, a mí me fue interesando, más que la economía, el mundo de la administración. Y ahí estaba el profesor Óscar Johanssen, que era brillante, tan elegante, un intelectual de aquellos”.

Físicamente elegante, alto, delgado, enjuto. Pero también en el sentido de que hablaba de forma reflexiva y con un contenido que es profundo. Óscar Johanssen era probablemente de los tipos que más sabía de administración y que más habían reflexionado sobre cómo generar sinergias. Esa capacidad de que el todo no sea sólo la sumatoria de partes, de que uno solo no logra obtener el mismo resultado que se logra con otros. Esa mirada es la que me ha marcado la vida. Todos los proyectos que me han tocado tienen que ver con cómo trabajamos de forma colaborativa entre el mundo público y el mundo privado para abordar los desafíos del país.

No, probablemente quedó relegado al nivel personal, a mi estilo. Hoy sería distinto, quizás con lo que aprendí de marketing podría haber hecho un emprendimiento. Pero no fue el caso. Además empecé a trabajar chica, al segundo año de universidad ya estaba haciendo mi primera práctica en (el supermercado) Almac. Postulé por mi cuenta a una práctica de verano. Eran unas planillas excel horrorosas, pero yo llegaba feliz todos los días en mi traje de falda entubada y con tacos arriba de la micro. Juraba ser la profesional más top del universo arriba de esa micro. En el fondo, había descubierto lo que me gustaba trabajar. Lograr que ciertas cosas salieran bien, hacerlo bien. Esa es la sensación que me encanta, aunque sea el trabajo más aburrido, me da lo mismo.

Totalmente. Pero también tener responsabilidad y hacerlo bien. De hecho, al año siguiente seguí trabajando. El gerente general de Almac se fue al Parque Arauco y yo me fui al área de marketing. Empecé a trabajar en todo el área de eventos y promociones especiales. ¿Te imaginas lo entretenido que puede ser eso?

Paula Valenzuela recuerda lo desafiante que fueron esos años laborales y estudiantiles. Mientras en el mall tenía que desarrollar una estrategia que les permitiera posicionarse ante la llegada de Alto Las Condes, seguía estudiando para terminar la universidad que le entregaba los conocimientos que ella aplicaba en tiempo real.

“Me contrataron como product manager en el área de servicio al cliente que era el corazón de la estrategia de servicio del Parque Arauco. A lo mejor no íbamos a poder competir en infraestructura con un nuevo mall, pero sí por calidad de servicio. Nos podían copiar muchas cosas, como los estacionamientos, pero no el ethos de la organización. Teníamos que ser un mall donde entregamos el mejor servicio y entretención para nuestros clientes. Y ahí me tocó liderar iniciativas como las anfitrionas del mall, traer los coches delfin donde se llevaba a los niños, o hacer alianzas para generar experiencias únicas, como junto a Disney traer un tobogán de Pocahontas por el que te lanzabas desde un segundo piso o entrabas a una caja transparente donde volaban miles de hojas y tenías que atrapar una; cada una era un premio, un descuento.

De don Mario Kreutzberger -dice, y se larga a reír.

“No es que hablara personalmente con él pero tantos años viendo Sábados Gigantes me hacía pensar en que ese juego tipo feria americana del martillo que se golpea en el suelo y, según la fuerza, sube una pieza hasta que enciende una alarma lumínica, era ideal para celebrar el día de los enamorados. Entonces yo me contactaba con la producción del programa, conseguía los datos del proveedor y formábamos una alianza. Luego llamaba a Nestlé y conseguía chocolates para los premios. Soy la reina de las alianzas.

¿Sabes qué? Soy eminentemente tímida, quizá hoy día no se me nota tanto, pero soy súper tímida. Entonces era divertido porque así como yo podía ser ayudante del profesor Jorge Ardiles en marketing y ordenar a mis compañeros para que no copiaran en las pruebas, nunca pensé que supiera más que el resto. Sencillamente yo amaba trabajar. Esa es la diferencia, la única.

Juntar oferta y demanda

Lo gravitante de la figura de Paula Valenzuela en el mundo de la empresa es sabido. Quien ha sido varias veces elegida dentro de las Mujeres Líderes de El Mercurio salió de Parque Arauco, empresas como Musimundo y Mastercard. Pero donde comenzó a desplegar sus redes e influencia fue en la Fundación Generación Empresarial, organización sin fines de lucro que promueve la ética y las mejores prácticas en las organizaciones.

“Lo que me tocó hacer es colocar a las personas en el centro de la toma de decisión de las empresas. Porque las empresas existen para entregar servicios a la sociedad y esa sociedad son personas. Entonces, dentro de la construcción de una parte de la propuesta de valor de la Fundación al mercado me tocó hacer un área de estudios. Sacamos el Barómetro de Valor Empresarial y, además, lo hicimos rentable. Es un estudio en el que participaban más de 50 mil colaboradores de más de 50 empresas, al menos hasta que yo lo dejé. Siguió creciendo y hoy ya se dobló”, cuenta.

Parte importante de la estrategia de Paula en ese período fue ayudar, a través de estudios empíricos, a fijar estándares de ética y compliance a la luz de la nueva ley de delitos económicos. Con libros, juegos, páginas web y encuentros con jóvenes líderes escolares, Paula fue haciendo que parte de la élite empresarial del país comenzara a resolver dilemas desde los más cotidianos hasta los de nivel más institucional.

Pero a los 50 años sintió que había cumplido una etapa y decidió llamar a la Bolsa de Comercio de Santiago para sentarse en un sillón del gremio que agrupa a las empresas que transan en el mercado. Era segunda mujer en llegar a ese sitial, y hoy es la única.

Sí. Lo primero que les digo es que la Bolsa sigue siendo una organización más bien tradicional, y que en el mundo entero las bolsas, los inversionistas institucionales más relevantes, están apuntando a temas de ASG (medioambientales, sociales y de gobierno corporativo). Me dijeron que el tema de las cuotas en Chile no era como en Estados Unidos donde todo está en el mercado, acá había que convencer a los controladores de la conveniencia de las prácticas ASG. Entonces formé alianza con la Universidad Católica, con el Ministerio de la Mujer y Equidad de Género, y sacamos un primer estudio donde pudimos evaluar cuáles son los impactos de la mayor diversidad general y, además, de género que tienen los gobiernos corporativos. No nos dio la ecuación para decir que son empresas más rentables la que tienen más diversidad, pero tampoco hay estudios que digan que sean hombres los que generen mayor rentabilidad. Lo que sí encontramos es que la falta de mujeres tenía que ver con que se pensaba que no había mujeres para esos puestos. No las conocían.

¿Y qué hizo Paula Valenzuela ante ese diagnóstico? Una alianza más: “Se me ocurrió hacer un Consejo por la Diversidad, con el presidente de la Bolsa, con la ministra de la mujer, con headhunters, organizaciones como Comunidad Mujer y además tener una comisión con todas las empresas. Al final, lo que hemos hecho es un levantamiento de juntar la oferta y demanda. Porque si quienes demandan diversidad requieren mayor conocimiento de que mujeres hay capacitadas para directorios, hay que conocerlas, porque la confianza es clave para sumar mujeres”.