Quien fuera un destacado defensor público cuando partió la reforma procesal penal, hoy es reconocido por sus pares como el mejor en el ámbito del compliance empresarial.
Matías Gustavo Balmaceda Mahns. Profesor de derecho penal y procesal penal, integrante del Consejo de Desarrollo Universidad Finis Terrae y Socio de BCP Abogados.
Es abogado y licenciado en Ciencias Jurídicas de la Universidad Finis Terrae, donde actualmente es profesor de derecho penal y procesal penal e integrante del Consejo de Desarrollo de esta casa de estudios. En 2003, junto a Francisco Cox y Juan Ignacio Piña, funda BCP Abogados. Fue defensor Penal Público y se ha especializado en litigación penal y en el área de compliance. En noviembre de 2023 fue reconocido como “Abogado del año” en la categoría Compliance por el prestigioso ranking The Legal 500, distinción que se suma a reconocimientos anteriores como Ranked Lawyer, Compliance, Chambers and Partners (2018) y Leading Individual, Compliance, The Legal 500 (2021-2022).
Pocos campos profesionales son más exigentes que el Derecho, no sólo porque se asienta en principios históricos que vienen desde la cuna de la civilización occidental, Roma, sino porque también es un área de mucho dinamismo, en constante evolución. Bien lo sabe Matías Balmaceda, alumni de la Finis Terrae, y reconocido en 2023 como el mejor en la especialidad del compliance en el prestigioso ranking The Legal 500.
Obviamente con mucha satisfacción, pero también con mucha humildad. Evidentemente esto me pone contento, porque hubo un reconocimiento de pares y de muchos clientes en un área que está de alguna manera incipiente en Chile. Para mí lo más relevante del compliance es que hace una mezcla bien atractiva al poder ejercer el derecho penal con una mirada distinta, más preventiva. Es algo que va a crecer muy fuerte a futuro.
El término compliance proviene del inglés y se traduce como "cumplimiento", y se relaciona con responder adecuadamente a las normativas y ética en el ámbito financiero y empresarial. Fue a partir de escándalos internacionales como los casos Enron o la crisis económica subprime, que las organizaciones comenzaron a reconocer la necesidad de gestionar y mitigar riesgos legales en su operación. En Chile, es partir de la Ley 20.393, de 2009, que se establece la responsabilidad penal de las personas jurídicas; es decir, que las empresas pueden ser juzgadas penalmente cuando sus empleados cometen delitos relacionados con el lavado de activos, cohecho y financiamiento del terrorismo.
Precisamente a raíz de la entrada en vigencia de la ley que trajo a Chile la responsabilidad penal de las personas jurídicas y entendiendo que era un tema muy vinculado a lo penal. En la oficina lo tomamos como un trabajo preventivo que consiste, básicamente, en hacer un mapa de riesgo al interior de las compañías para que no tengan contingencias penales. Nos hemos acostumbrado a que el penalista siempre trabaja un poco ex post, una vez que ya está la escoba. Pero el objetivo del compliance es prevenir y, naturalmente, estar al día para que eso no pase.
En el estudio BCP Abogados, que Matías Balmaceda mantiene desde hace 20 años con Francisco Cox y Juan Ignacio Piña, ya han trabajado con más de 130 compañías. Han asesorado a las organizaciones más grandes del país, como el grupo Falabella, el grupo BCI y el grupo Aguas Andinas, y también les ha tocado intervenir en casos pioneros en esta materia como el que afectó al grupo Penta.
Al ser un área del derecho tan contingente, los visos de polémica no han estado ajenos a su aplicación y ejercicio. Así es como las filtraciones de audios en 2023, de otro famoso abogado que discute con su cliente el pago de dinero a un funcionario fiscal para eludir impuestos, ha remecido al sector legal, económico y político del país.
Se siente un poco de pesar, porque naturalmente se crea una imagen de que se ejerce el derecho penal en este ámbito de esa forma y, la verdad, es que creo que es algo excepcional, no es la regla general. La reforma procesal penal vino a cambiar esa forma de ejercer un poco el derecho: usando las influencias o tratando de sacar los resultados por abajo. La lección es que hay que seguir trabajando en la probidad, con mucha publicidad, y lograr que la gente entienda que esa no es la forma general de ejercer la profesión.
Matías Balmaceda cuenta que no creció en una familia de abogados. Sin embargo, dice que su vocación por las leyes fue temprana. “Siempre tuve un sentido de justicia muy grande, me importaban las desigualdades que se daban en la sociedad, ya sea desde cosas que pasaban con mis amigos hasta con los poderes del país. Me motivaba contribuir a buscar la justicia y por eso me terminé dedicando al derecho penal, que es donde tú realmente puedes lograr ser un abogado, más que litigante, cercano a la realidad social. Cuando te dedicas al derecho penal trabajas con un conflicto humano, con una persona que la violaron o con una persona que está acusada de esa violación. Buscar la justicia en cualquiera de esos casos me motiva. Lo mismo que con los implicados en violencia intrafamiliar, un robo, una estafa o una gran defraudación. Todos tienen que lograr justicia por igual”.
Pasa mucho por las características de personalidad. Las mías van de la mano con tratar de ayudar, con ser justo. La riqueza es necesaria, hace que las sociedades avancen. No considero que todos deben ser iguales. Pero en esas diferencias tiene que haber apoyo. Tiene que haber ayuda. Por eso en algún minuto yo también trabajé en la Defensoría Penal Pública.
Los inicios de quien hoy es reconocido como el mejor en el ámbito corporativo, están en el mundo de la responsabilidad penal individual. El joven Matías Balmaceda, como recién egresado de la Facultad de Derecho, fue parte de los pioneros de la Reforma Procesal Penal que, en el año 2000, comenzó instalar a lo largo del país un sistema más transparente y expedito en la administración de justicia. Se crearon instituciones como el Ministerio Público y la Defensoría Penal Pública, desde donde surgían las figuras de los fiscales y defensores que ahora litigaban públicamente delante de un juez. El nuevo sistema se implementó en forma gradual, con sus primeros años de funcionamiento en la Cuarta y Novena Región y hasta allá se trasladó el flamante abogado de la Finis.
“Fue como hacer un MBA. Estuve cuatro años trabajando en Temuco, sin tener a nadie allá”, recuerda. “Después me casé en el año 2005 y me fui a vivir un año allá con mi señora. Toda una experiencia de vida que me dio la posibilidad de sobresalir respecto de miles de abogados. Era un contexto y un sistema nuevo en donde había que posicionarse a través de la defensa de las personas más desvalidas. Tuve todo tipo de casos, de los más complejos desde el punto de vista de la criminalidad y de los más renombrados del nuevo sistema”, describe quien luego fundó su estudio en esa ciudad.
En particular, Matías recuerda como grandes aprendizajes de su primera etapa profesional como el haber representado desde el ámbito público al entonces senador Jorge Lavandero frente a una acusación de abuso sexual infantil: “Imagínate, yo era un cabro de 28 años y me tocó lidiar con un caso tremendamente complejo desde el punto de vista político. Más allá de lo judicial y más allá de los resultados, siempre digo que cuando te llegan casos así es como sumarte cinco o siete años de universidad. Estaban encima los medios comunicacionales y reputacionales, todo el mundo político, poniendo mucha presión”, recuerda. El joven abogado también destacó en el ámbito privado, defendiendo los intereses de Carlos Spiess -jubilado estafado por una ejecutiva bancaria- y logrando la mayor condena en la historia de la Reforma Procesal Penal hasta ese entonces.
Hace 15 años Matías Balmaceda es profesor en la misma facultad donde se formó a fines de los ‘noventa con destacados profesores como Roberto Salim-Hanna y Miguel Schweitzer en el ámbito penal. Además, recuerda la experiencia que les transmitieron a esos primeros alumnos los profesores examinadores de la Universidad de Chile: Eugenio Labarca, Marcos Libedinsky y Milton Juica. “Todos grandes procesalistas”, define.
Las buenas herramientas legales aplicadas con sentido ético. La Finis tiene en su formación un tema ético importante que, como profesor, permanentemente refuerzo. El Derecho mal ejercido te puede enriquecer rápidamente, pero con muchos costos. Y eso es algo que no se puede dejar de resaltar.
Cuando entré, la Finis tenía un perfil bien ABC1. Éramos una universidad pequeña, concentrada en tres áreas: la Facultad de Arquitectura, la de Derecho y la de Ingeniería Comercial. Teníamos solo una casita en Pedro Valdivia. Hoy en día no hay ninguna duda de que la Universidad ha crecido en todo sentido, particularmente desde que se sumó a la gratuidad como forma de admisión.
Es un desafío importante motivarlos constantemente. Diría que soy un profesor casi 100% de metodología activa porque mis clases son casi sin libros ni códigos. Vamos trabajando los casos de la contingencia, de las noticias. Les digo “¿Vieron las noticias? Veamos qué va a pasar con este caso. ¿Qué va a pasar con la prisión preventiva? ¿Cuándo lo van a formalizar y cómo va a investigar el fiscal?” En el fondo, trato de traspasarles mi experiencia profesional. Les cuento anécdotas de cómo era el ejercicio antes, con expedientes cosidos con hilo, con los actuarios, que era algo terrible, porque se daban las arbitrariedades más grandes y se abrían espacios de corrupción enormes. No digo que hoy el sistema no sea corrupto o infalible, pero no hay ninguna duda de que hay una mejora enorme y la tenemos que cuidar.