Libro “Las puertas del mundo”

Javiera Quiroga

Educación financiera para todos

Con casi 200 mil seguidores, la líder de la cuenta Economina, dice que en la Finis Terrae descubrieron su potencial como periodista.

Javiera Quiroga Huneeus. Periodista Universidad Finis Terrae.

Entre 2007 y 2011 estudia Periodismo en la Facultad de Comunicaciones y Humanidades de la Universidad Finis Terrae. Antes cursó estudios de Teatro en la misma casa de estudios. Cuenta con más de una década de experiencia en medios de comunicación especializados en economía y negocios, como la cadena Bloomberg News y periódicos de los grupos El Mercurio y Copesa. También posee experiencia de gobierno, liderando la División de Asuntos Internacionales del ministerio de Economía y la división de Innovación, Emprendimiento y Nuevos Negocios de ProChile, dependiente del ministerio de Relaciones Exteriores. En 2020 funda Economina, plataforma de educación financiera de la que actualmente es su gerenta general.

Estaba varada frente al 731 de la Avenida Lexington, en Nueva York. Había gastado todos sus ahorros para llegar hasta el cuartel general de Bloomberg News, la cadena de información económica más grande el mundo. Pero no tenía una cita agendada. Así es que esperó por horas en la calle, hasta que la CEO de Noticias se apiadó de ella y la invitó a subir.

“Apenas me vio se sorprendió y dijo: “¿Pero cómo? ¡Yo pensaba que eras un hombre!”, cuenta Javiera Quiroga. Con apenas 26 años, había logrado descolocar no sólo el sistema de seguridad de la cadena con su irrupción, sino que también había desafiado los estereotipos de género al mostrar cómo los insistentes mails que había enviado a las oficinas de NY para postular a una plaza en Santiago de Chile venían de ella y no de un “Javier”.

Así de decidida es esta alumni de Periodismo de la Universidad Finis Terrae, que dio sus primeros pasos en medios como Miami Herald, El Mercurio y Pulso de La Tercera.

Lo que Javiera estaba persiguiendo era su sueño, a como dé lugar. De la CEO logró el compromiso de que sí sería considerada en el proceso de selección pese a no reunir los requisitos del perfil del cargo y, ya de vuelta en Chile, enfrentó durante un año el reclutamiento que consideró 16 entrevistas: “Uno a uno los fui convenciendo de que tenía que ser yo”, recuerda, divertida, la generadora de contenido de educación económica más relevante de las plataformas digitales, a través de Economina.

Durante cinco años fue la corresponsal de economía y gobierno de Bloomberg. Estuvo ejerciendo periodismo en la cima de los medios globales dedicados a las finanzas. Y hoy se dedica, a través de sus redes, a traducir esas informaciones a un lenguaje simplificado que le permite cumplir con su visión: “Nuestro objetivo es acercar la economía y las finanzas a todas las personas que hoy navegan en un mar plagado de información inexacta y muchas veces incomprensible o falsa”, declara.

Partí en pleno confinamiento en mi departamento, haciendo un video en mi terraza, en pijama. Lo que pasa es que lo hice en un momento muy clave, que fue el primer retiro (de fondos de las AFP). Ahí hubo mucha confusión y fui a entrevistar a un amigo economista. Los dos estábamos vestidos en tela spandex, o sea, lo más informal del mundo. Aunque él es economista serio, era una entrevista relajada. La gente enganchó al tiro. Ahí dije “voy a seguir”, y empecé a subir videos con temas contingentes. La gente quería saber de estas cosas económicas, más aún en un lenguaje sencillo, dinámico, lúdico. Así como hablo yo. La cuestión fue un éxito. Y empezó a crecer como la espuma.

Hoy día tengo casi 184 mil seguidores en Instagram, que es el lugar más competitivo del mundo. Y mi cuenta es de educación financiera, no es de hamburguesas ni de niñas en bikini. O sea, es tremendo para una cuenta de educación.

Además, hoy Javiera lidera un holding de medios digitales que posiciona marcas y las acerca a sus clientes. “Más de 40 marcas han confiado ya”, dice. “Me pasé por las empresas más grandes, más importantes que te puedas imaginar para darme cuenta de que mi felicidad estaba haciendo un video en pijama en Instagram”, ríe. “Trabajo en mi casa y estoy feliz”.

Es cosa de actitud, uno nace o no con esa hambre. Eso es lo que le digo a todos los jóvenes: nací con hambre de comerme el mundo, literalmente el mundo, no miraba a Chile. Miraba el mapa. Siempre ando con esas ganas. Lo vi en mi abuela, lo vi en mi madre, lo vi en mi padre, en el esfuerzo. Entonces, es una cosa que la tienes o no.

Permitirse fracasar

Hija de un abogado de la PUC y de una madre diplomática, Javiera Quiroga cree que fue fundamental en su historia de vida el espíritu aguerrido que su familia materna le heredó. “Mi madre es una tremenda self made woman, Cecilia Huneeus Cox, hija de (la escritora) Virginia Cox Balmaceda. Mi abuela era súper famosa, fue diputada. Ella siempre se metió en territorio masculino y yo también lo he hecho mucho. Tengo mucho de mi abuela, siempre abrazada y sentada con puros hombres”, cuenta.

También fue clave para ella vivir parte de sus años de preadolescencia -entre los diez y catorce años- en Washington: “Eso forjó y cambió mi destino para el resto de la vida. Fue una experiencia súper disruptiva que me sacaran de mi país, de mi idioma, de mi sistema de creencias y conocimientos, y me pusieron en otro. Fue determinante en mi desarrollo y me hizo muy distinta a mis padres”, define.

En cuatro años aprendí inglés de forma nativa, aprendí a hacer las tareas de la casa porque allá no hay nana. A los diez años lavaba mis propias sábanas. Aprendí el estilo de vida norteamericano de irte caminando al colegio público que te toca, porque allá la educación pública es igual de buena. Entonces, vivir fuera fue muy disruptivo y la mejor experiencia de mi vida. Aprendí a sentarme en una mesa con chinos, hindúes, colombianos, afroamericanos, de todo. A edad muy temprana me abrió la mente y me hizo ser muy distinta. Hoy día tengo amigos de todas partes del mundo. Te juro que eché raíces por todas partes y eso me transformó en una viajera empedernida, también.

La verdad volví super deprimida, sin querer volver. Muy desadaptada al principio. Intenté irme de Chile durante muchos, muchos, años. Te diría que hasta los 26 años. Cada vez que podía me arrancaba. Después hice las paces con Chile, me aclimaté de nuevo y me di cuenta de que me gustaba.

Javiera Quiroga dice que parte de su acomodo llegó por la vía profesional. Eso sí, admite que su vocación por el periodismo fue un hallazgo: “No es muy elegante la historia”, dice de entrada sobre el periplo que tras el colegio la llevó a estudiar hotelería en un instituto profesional. “Duré seis meses. Un día fui a un asado con amigas de colegio y todas contaban las cosas interesantes que estaban haciendo en sus carreras de universidad. Estudiaban cálculo, derecho romano…y yo estaba pasando marcas de jabones industriales para lavado de sábanas. Entonces cité a mi papá, me puse a llorar, y le dije, lo siento, me quiero cambiar de carrera”, recuerda.

La recepción de esa primera duda vocacional fue bien acogida: “Si hay algo que agradezco es que mi papá me permitió fracasar no solo una, sino dos o tres veces”, asegura. “Mucha gente muy tradicional en Chile no deja a sus hijos fracasar, porque quieren cumplir sus propias expectativas”, agrega.

Luego Javiera decidió probar Teatro en la Finis Terrae, porque su experiencia en los talleres del colegio había sido muy buena. Pero cuenta que cuando ya preparándose para ser una profesional de las artes escénicas, con algo de desencanto, una profesora la hizo poner atención en la calidad de sus textos. Después vino un comentario de su madre, quien la recordaba desde niña pegada a la pantalla de TV cada vez que había acontecimientos mundiales, y se decidió a gestionar el cambio de carrera dentro de la misma Universidad.

“Entonces, me puse a pensar e hice el vínculo con castellano en el colegio, que era en lo único que me iba bien. Porque yo no estudiaba nada ni en el colegio, ni para la PSU estudié. Siempre dije ‘nada de esto va a determinar hacia dónde pueda llegar en la vida’”, describe.

Fui a hablar con mi papá, de nuevo. Y esta vez ni siquiera me puse a llorar, le dije “sorry, de nuevo”, y me dijo “dale, de nuevo”. Me cambié a Periodismo y te juro que desde el momento en que la carrera me encontró, fui lo matea, matea. Me becaron en la universidad, salí la mejor alumna de la generación en el 2011. Me puse buena para estudiar todo lo que nunca fui. Mis compañeros de universidad no creían que yo era la carretera y la porra del colegio y los amigos del colegio no creían que yo era la matea y destacada en la universidad. Era una dicotomía de personalidad muy heavy, que no se dio hasta que la carrera y la Finis me encontraron en Periodismo.

La Finis es bien cargada a la economía. Empecé a aprender de economía en la universidad, porque antes no tenía idea de nada. Pero tuve profesores muy buenos. Por ejemplo, la hija de Sergio De Castro (ex ministro de Hacienda) fue profesora mía. Teníamos economía y actualidad económica que me parece muy bueno. Hoy día la juventud sólo se centra como en la cosa política y dejan de lado lo más importante, que es dónde nos pega a todos: en el bolsillo. Entonces, a mí me encantaba que nos hicieran controles de actualidad. Tenías que estar al tanto de todo y eso es algo que rescato mucho de la Universidad. Ahí me hice adicta a la actualidad. Yo tenía pasión por las noticias.

Hoy la líder de Economina tiene una vida que le encanta: “Apenas abro un ojo, aparte de ir a dejar a mi hijo al colegio, lo primero que hago es hacer el barrido de la noticia de todos los medios de Chile y el mundo. Primero leo economía y política nacional e internacional. Después me voy a la farándula. Y termino con Taylor Swift, que es mi religión”, bromea frente a una cámara, instalada en pijama en su casa, a través de Zoom.