Libro “Las puertas del mundo”

María Paz Sandoval

Vocación de servicio

La actual directora de Enfermería de la Universidad Austral vivió la experiencia de muchos estudiantes de regiones en la Universidad Finis Terrae, quienes volvieron a su tierra para compartir su aprendizaje.

María Paz Sandoval Guerrero, Directora de la Escuela de Enfermería de la Universidad Austral de Chile.

Su enseñanza básica y media la cursó en los colegios Inmaculada Concepción y Pumahue de la capital regional de Los Lagos. En 2012 entró a estudiar Enfermería en la Universidad Finis Terrae. Estuvo de intercambio en Oncología en la Johns Hopkins University School of Nursing, de Estados Unidos. Cursó un Magíster (c) en Salud Pública con mención en Gestión, en la Universidad Andrés Bello. Desde 2022 es Directora de la Escuela de Enfermería de la Universidad Austral de Chile.

Cuando las enfermeras se titulan hacen una ceremonia especial desde hace 130 años: leen, a la luz de una vela, el Juramento de Florence Nightingale, considerada la madre de la enfermería profesional. En la Universidad Finis Terrae, utilizan una palmatoria que impide que la esperma caiga directo en las manos de estas profesionales.

“Esa idea la plagié”, cuenta sonriendo María Paz Sandoval, egresada de Enfermería de esta casa de estudios en 2016 y hoy directora de esa carrera en la Universidad Austral. “Acá usaban solo la vela, así que yo propuse la idea de usar lo mismo que en la Finis: una especie de candelabro, una lamparita de Aladino”, describe desde Puerto Montt, su ciudad natal, en la que ha aplicado las enseñanzas de su alma mater, mucho más allá de la icónica palmatoria.

“Seré una fiel asistente de los médicos y dedicaré mi vida al bienestar de las personas confiadas a mi cuidado”, dice el juramento inspirado en Nightingale, una europea de clase alta, que en el siglo XIX dejó los lujos para atender los heridos de la guerra de Crimea. “Antes de ella, el cuidado de los enfermos era cosa de las monjitas. Su papá le decía ¿por qué vas a ser el ayudante de cocina? O eras el médico, o no eras nada”, dice María Paz, orgullosa de reconocer en esa pionera algunas de las características que la llevaron a ella a estudiar esa carrera.

“Ella asumió este rol de cuidadora, pero le dio un tono profesional a la disciplina”, agrega, aludiendo a las medidas sanitarias, algunas tan básicas como el lavado de manos, que Nightingale impulsó basada en las estadísticas que ella misma elaboró con su experiencia clínica. “Nos titulamos prendiendo una lamparita, porque Florence se levantaba de noche a ver a los enfermos con una vela y leemos el juramento que nos compromete, como ella, al cuidado del prójimo”, define.

María Paz Sandoval, en todo caso, reconoce en su madre el ejemplo más cercano que la llevó a optar por esta carrera. “Mi mamá es trabajadora social. Ella siempre me mostraba de cerca el trabajo con la comunidad y con los niños. Era directora de un hogar de menores y yo también participaba en comunidades sociales acá en Puerto Montt”, recuerda, fijando en esos tempranos años la decisión de estudiar una carrera relacionada con la salud, aunque eso la obligara a trasladarse a la capital.

“Me movía el servicio, pero yo quería colaborar en el contexto de la salud, porque me llamaba la atención. Además, en el colegio me iba muy bien en biología”, agrega. ¿Por qué la Finis Terrae? Lo explica: “En esos años (entró en 2012) se hacían ferias en las que las universidades mostraban sus carreras. Fui a un gimnasio acá en Puerto Montt y había un stand de la Finis Terrae, que en ese entonces no era tan conocida acá en el sur de Chile”.

Lo que más le gustó fue que la malla curricular duraba 4 años, y no 5: “Era un dato importante, sobre todo para mí, que era de región y podía estar menos tiempo fuera. También me gustó porque esa es una modalidad similar a cómo se estudia Enfermería en Estados Unidos”, explica.

María Paz representa al típico alumno de provincia que encontró en la Universidad Finis Terrae algo más que un centro de estudios. “Fue complejo porque, aunque la gran mayoría de mis compañeros nos fuimos a estudiar a Santiago, cuando uno entra a la universidad, cada uno toma su rumbo”. El primer año vivió en una pensión en Avenida Pedro de Valdivia, que escogió con su mamá. “Como era algo desconocido, mi mamá decidió que era mejor que estuviera en una pensión al lado de la universidad, mientras me acostumbraba a Santiago”, cuenta.

“Mis compañeros me acogieron harto desde el primer día. Era la que venía de más lejos y me apapacharon. Me asistían con cosas tan básicas como ayudarme a imprimir, porque en la pensión donde estaba con suerte tenía mi pieza. Me sentí como en familia”, dice.

Los buenos recuerdos de su época universitaria se extienden a los docentes y, muy especialmente, a las secretarias de la Escuela: “En ese tiempo no era tan fácil comprar pasajes en avión. Viajaba algunos fines de semana en bus a Puerto Montt, que son 12 horas. Muchas veces, llegaba justo a dar una prueba a las 8 de la mañana, con maletas y todo, y la Pao (secretaria) me recibía y me guardaba los bolsos. Siempre muy preocupada”.

ONCOLOGÍA EN BALTIMORE

María Paz fue una de las primeras alumnas de la Finis Terrae que viajó a un intercambio en la Escuela de Enfermería de la prestigiosa Universidad Johns Hopkins, en Baltimore, Estados Unidos. “La Universidad me dio esa oportunidad que nunca hubiese tenido en Puerto Montt, donde también se dictaba la carrera, pero no con ese nivel de convenios. Estaba cursando el tercer año cuando se me presentó la oportunidad de postular a esa pasantía y la tomé”, afirma.

En Baltimore, nuevamente María Paz experimentó el llegar desde un lugar lejano y con ciertas desventajas: “Era pollita. Me fui con compañeras que eran de cuarto año, no las conocía tampoco a ellas. Nos fuimos a estudiar y en la parte práctica cada una fue asignada a un campo clínico diferenciado y a mí me tocó oncología”. Aún no sabía que esa asignación serviría años después para impulsar su último proyecto en la Universidad Austral: incluir esa especialización dentro de la formación de las futuras enfermeras.

Pero el paso por la universidad estadounidense también le permitió comparar los recursos docentes con que se había formado en la Finis. “El centro simulador que tenía la Johns Hopkins, que es una universidad súper prestigiosa en salud, era muy similar al que tiene la Finis Terrae”, dice, aludiendo al Centro de Simulación Clínica, que desde 2009 complementa la formación en la Facultad de Medicina en el Edificio Amberes, ubicado en Casa Central.

“Es como tener una clínica dentro de la universidad. Puedes practicar con pacientes, que en realidad son los mismos profesores que te hablan como si fueran personas enfermas”, cuenta sobre este espacio que ocupan desde el primer año de estudios. “Hasta el examen de título lo hicimos así. Eso ayuda bastante a prepararnos”, agrega.

Sandoval luego cursó un magíster en Salud Pública, que incluyó una pasantía en España, en la que pudo analizar la gestión hospitalaria en varios centros de Madrid.

Dentro de las experiencias de práctica, María Paz destaca su paso por el Hospital de Maipú y, muy especialmente, por la ex Posta Central, donde tuvo la oportunidad de quedarse trabajando, pero cuenta que lo descartó porque siempre quiso volver a su natal Puerto Montt.

“Lo más complejo de trabajar en Maipú, era el tema del trayecto, ya que me tenía que levantar a las cinco y media para llegar desde Las Condes. Pero fueron buenos campos clínicos. En la ex Posta Central hice mi internado en un servicio intermedio, con pacientes ventilados”, destaca.

Es un poco de las dos cosas. Tienes que tener vocación de servicio, porque puedes ser brillante en lo académico, pero en las prácticas clínicas el estudiante ve si es lo suyo o no. Es algo que te tiene que nacer.

Los docentes nos inculcaban la humanización de los cuidados. Era muy relevante ver al paciente en su integralidad y con empatía por el prójimo. Puede haber alguien que no puede ir al baño y necesita que alguien lo ayude a cumplir con su necesidad más básica. Y eso tiene que ver con la empatía, con entender que puede ser tu papá o tu mamá, más allá de un paciente equis.

El enfermero se encarga de transmitir la información al paciente con un lenguaje menos técnico, porque quedan súper colgados con el médico que llega, revisa y se va. Nosotros decimos que el enfermero es el dueño de casa, porque está todo el día en el hospital, todos le preguntan por el paciente. Y la familia es parte de eso. Es nuestro rol.

Nunca me hallé en Santiago, como ciudad. Quería estar cerca de mi familia. Hasta el examen de título lo estudié acá y viajé por el día a rendirlo. No quería nada más con Santiago.

Al principio noté que la relación médico-enfermero acá en Puerto Montt era muy distinta. Era más pasiva frente a lo que el médico decía, en cambio en Santiago el enfermero tenía más protagonismo en la toma de decisiones. Eso cambió con un reemplazo que hice en un servicio de medicina similar a la Posta Central y de ahí surgió la oferta laboral en la Universidad Austral.

“Yo decía, pero cómo, recién llevo tan poquito de egresada y voy a entrar a ser docente”, confiesa, pero la convencieron justamente por su juventud, pero también por su formación. “Empecé con un rol de tutor clínico y docente teórico. Y después fui tomando asignaturas pequeñas y nunca dejé la parte clínica. Siempre mantuve mis roles en gestión, investigación, educación y clínica. Y me gustó mucho”.

Hace un año, y antes de cumplir los 30, María Paz se convirtió en directora de la Escuela de Enfermería de la Universidad Austral. Desde ese lugar, se plantea un desafío relacionado con la especialización que pudo hacer en Estados Unidos durante su paso por la Finis: “Es un hecho que en Chile se van a requerir enfermeros oncológicos, especialmente en regiones. Es como una pandemia. Este año incluimos un optativo de oncología y tuvimos que contratar especialistas de Santiago para que vinieran a dictar las clases, porque acá no había. Ahí hay un tema que tengo pendiente”, cierra.