Quiso dedicarse a ser filósofo, pero descubrió el poder de transformar trayectorias de vida -incluso la propiamediante la educación. Hoy lidera el Colegio CREE en Cerro Navia.
Maximiliano Ortúzar Hardtmann, Cofundador y director de la escuela CREE de Cerro Navia.
Lleva 20 años ligado a la educación superior en el área de docencia. En 2003 ingresa a la Pontificia Universidad Católica de Chile a estudiar Licenciatura en Ciencias Sociales y Humanidades y luego Licenciatura en Filosofía. En 2015 obtiene el título profesional de profesor de Educación Media en Filosofía en la Universidad Finis Terrae. Tiene una maestría en Liderazgo en Escuelas Privadas otorgado por Teachers College de la Universidad de Columbia, misma institución donde obtiene el doctorado en Educación en Aprendizaje y Liderazgo de Adultos. Es cofundador y director de la escuela CREE de Cerro Navia, proyecto en el que trabaja desde 2013. También ha participado en instituciones como Elige Educar.
Es un mediodía de noviembre y la alianza negra acaba de ganar la competencia de barras en la semana aniversario del Colegio CREE. Al frente del jurado está su director, el doctorado en educación de Columbia, profesor formado en la Universidad Finis Terrae y licenciado en filosofía de la PUC, Maximiliano Ortúzar. Junto a sus 800 alumnos, Ortúzar aplaudió, gritó y bailó. Podría decirse que es una escena propia de un liderazgo moderno, activo e involucrado con la comunidad escolar. Nada demasiado anormal. Excepto porque el Colegio CREE está en Cerro Navia, Región Metropolitana, una comuna de índices socioeconómicos bajo el promedio nacional y con múltiples indicadores de vulnerabilidad.
Hasta esa comuna llegó Ortúzar después de un largo proceso vocacional que se selló a decenas de miles de kilómetros, en India, donde tanto él como dos compañeros que fueron parte de “Enseña Chile” -iniciativa que invita a profesionales de todos los ámbitos a involucrarse con la educación- tuvieron la oportunidad de conocer un colegio excepcional.
“En esos dos años en ‘Enseña Chile’ me di cuenta de que esto era claramente una vocación de vida. Pensaba que sería una cuestión pasajera, mientras preparaba mis papeles para irme a hacer un doctorado en filosofía, que era mi primera carrera. Pero haciendo clases dije ‘esto es lo mío’”, recuerda.
En una beca de Enseña Chile tuve una experiencia transformacional, muy potente. Allá incentivan todo esto de ser tú el cambio que quieres ver; como hizo Ghandi: había cambiado él primero para cambiar el mundo. Conocimos el Riverside School y fue muy revelador. Diría que por primera vez entraba, como adulto, a un colegio y veía que todo era funcional. Todo funcionaba muy bien y había un foco muy claro en los alumnos, era un colegio precioso.
Todo. Mira, desde que entramos nos recibe un grupo de alumnos de quinto o sexto año que nos hacen el tour por el colegio. Nos muestran todo. Nos explican cómo funcionan, por qué las salas están distribuidas de tal forma. Y al terminar el tour nos pregunta qué nos pareció, si les podíamos dar feedback y nos pasan como una hojita para llenar. Ahí recién nos recibe un adulto. Entonces, ver ese nivel de empoderamiento de los niños, lo bien que lo pasaban y lo mucho que aprendían nos impactó.
Exacto. Era la primera vez en que como adulto me tocaba entrar a un colegio donde había una experiencia escolar exitosa para todos. Eso es una escuela totalmente funcional. Funcionaba para todos. Porque puede ser que el colegio donde yo estuve sí fuera funcional, pero yo nunca lo viví, así como alumno. Y, después, como adulto, trabajé haciendo clases en puros colegios disfuncionales constantemente. Entonces, me hizo mucho sentido este mensaje de “haz el cambio que quieres ver en el mundo” y juégatela por lo que tú crees.
Después de ese tour, el filósofo Maximiliano Ortúzar, el ingeniero civil de la UC Juan Paulo Sánchez y el también ingeniero de la UC Tomás Rivadeneira se propusieron ser el cambio que querían ver. “Nosotros que nos quejábamos tanto de los colegios, dijimos ‘hagamos un colegio entonces’”, recuerda sobre ese viaje de 2011. Cuenta que todos tenían trabajos en su primera profesión, pero que en el tiempo libre se juntaban a armar el proyecto educativo de CREE y a buscar cómo financiarlo.
Ese mismo ímpetu de formación docente constante llevó a Ortúzar y otros fundadores del Colegio CREE a matricularse en 2015 en el Programa de Formación Pedagógica en Educación Media para Licenciados y Profesionales en la Universidad Finis Terrae. “Dijimos si nos vamos a dedicar a la educación no podemos no tener el título profesor”, recuerda. Y describe: “Fue una gran experiencia porque logramos en el tiempo que teníamos disponible hacernos de todo lo que necesitábamos, de adquirir las bases y llenar los vacíos. El programa de la Finis fue espectacular porque tuve la oportunidad de meterme un poquito más en temas más académicos, en investigación respecto de didáctica o respecto a currículum. Y eso me llevó a hacer el doctorado después”.
Después de las jornadas laborales nos juntábamos a escribir el proyecto educativo, a soñar. Hicimos una evaluación financiera, agarramos un excel para ver cuánta plata necesitaríamos más o menos, cuánta gente tenía que trabajar, calcular cuántas salas. Así, soñando. Hicimos un power point y salimos a presentarlo a personas, a empresarios que nos permitieran financiar los primeros años de operación. Estábamos en eso cuando nos contactaron los colegios KIPP (Programa Knowledge is Power), que es una red de colegios públicos en Estados Unidos, que también la fundaron dos profesores el año 94, y nos dijeron: "Vemos que lo que ustedes están haciendo es muy parecido a lo que nosotros hicimos en el año 94 y tenemos ganas de ver si podemos expandir el modelo fuera de Estados Unidos. Nosotros, felices, encantados. Nos invitaron a su curso de formación de directores de colegios donde te entrenan por un año y después armas tu colegio KIPP.
Más que un modelo es una red de colegios que busca líderes o directores de colegios muy potentes, muy empoderados. Los forman muy bien y los dejan en libertad para que ellos diseñen su propio colegio como quieran. Y las directrices básicas que tienen los colegios KIPP son autonomía y liderazgo de los directores, involucramiento de la comunidad, formación del carácter o desarrollo en habilidades blandas, foco en resultados… Cosas así, medio generales. Aprendimos mucho de eso. Tomamos el énfasis en la formación del carácter de los alumnos y en el desarrollo profesional docente. Esos son los sellos más potentes que tenemos hoy en CREE. Y la formación que te dan consiste en que, si quiero hacer un colegio con foco, por ejemplo, en mindfulness, las pasantías que te buscan en Estados Unidos son en colegios donde tienen mindfulness. Nosotros tuvimos un intensivo de formación en la Universidad de Chicago y después hicimos pasantías en colegios en Los Ángeles, en Texas y en San Francisco, que son ambientes más o menos parecidos a Chile, con mucha población latina.
Teníamos que buscar un lugar y evaluamos básicamente todas las comunas de Chile con tres criterios: primero, tiene que ser un contexto vulnerable, porque es lo que queríamos, hacer un cambio. Segundo, que hubiese necesidad de colegios. Y tercero, que fuese de fácil acceso ¿Por qué? Porque creemos que el secreto del éxito en educación es tener buenos profes. Y para tener buenos profesores tiene que ser fácil para ellos llegar desde todas partes de la ciudad. Entonces, cuando hicimos la evaluación teníamos tres comunas que cumplían con estos criterios: Lampa, Lo Espejo y Cerro Navia. Lampa, la dejamos fuera porque era de más difícil acceso por la distancia. Lo Espejo, la dejamos fuera porque ya había alternativas, si bien no suficientes para toda la comuna, ya había un par de colegios exitosos. En cambio, en Cerro Navia no había ningún colegio exitoso. Ninguno. Y era una comuna que estaba creciendo y que además tenía un espacio que antes era un sitio pelado en el que se estaban instalando nuevas poblaciones y era fácil llegar. Entonces cumplió con todos los requisitos.
Construir una escuela de USD 3 millones y recaudar USD 4,5 millones en donaciones para la sostenibilidad financiera del proyecto han sido parte del cambio que Maximiliano Ortúzar y sus compañeros esperan hacer ahí dónde se necesita más.
El Colegio CREE se emplaza en el sector Las Viñitas de la comuna, donde existía un alto índice de delincuencia, drogadicción y narcotráfico. Su primera matrícula de 2016 fue de 282 alumnos para los cursos de prekínder hasta segundo básico. El proyecto, que consideraba crecer un nivel por año, ya tiene hasta Primero Medio y una matrícula de 860 estudiantes. El plan es llegar hasta cuarto medio con 1.100 alumnos.
Sí. Colegio CREE trabaja con distintas universidades y programas para ser un buen centro de práctica. Nuestra visión es que los niños tengan una educación de calidad, pero en todo Chile, no sólo en el colegio. Entonces, nos preocupamos mucho por recibir a estudiantes en práctica y de que tengan una práctica exitosa. Con eso contribuimos con la formación de los docentes de Chile, pero también nos ayuda a la atracción de talento. O sea, los estudiantes de pedagogía son una súper buena herramienta de marketing. Cuando han tenido una buena experiencia, se corre la voz y eso hace que muchos que han venido a hacer la práctica al colegio vuelvan una vez que terminan sus carreras. Nos postulan como 2.000 profesores al año al colegio, y hacemos un proceso de selección súper riguroso y un poquito largo. Con varias etapas. Todos los años hacemos un Instituto de Verano, que es una instancia formativa a la que le ponemos mucho empeño, lo tratamos de hacer de alto nivel para que sea una experiencia significativa para todos los profesores que llegan como para los que ya están. Tratamos de ser muy buenos facilitadores del desarrollo profesional.
Hoy dentro de las aulas de Colegio CREE trabaja Manuel Puebla, profesor de música y egresado del Magíster en Neurociencias de la Finis que, en 2022, ganó el Global Teachers Prize Chile. Una confirmación de cómo el proyecto CREE sí atrae a los mejores.