Para este alumni que hoy preside uno de los gremios más importantes de la economía chilena, la vida extraacadémica fue clave en el aprendizaje de la asociatividad.
Juan Armando Vicuña Marín Director de Inmobiliaria RVC.
Es ingeniero comercial de la Universidad Finis Terrae. Director de Inmobiliaria RVC, fue elegido para presidir la Cámara Chilena de la Construcción en el período noviembre 2022-agosto 2024. También es director del grupo económico ILC, del que dependen AFP Habitat, Isapre Consalud, Banco Internacional, aseguradora Confuturo, Red Salud y las empresas sociales Mutual de Seguridad y Caja Los Andes, entre otras. Encabezó la Mesa Directiva Regional de Valparaíso de la CChC (2017-2018). Socio de la Cámara por más de 25 años, ejerció como vicepresidente nacional durante tres períodos de las dos presidencias anteriores. Participó de los Comités Económico, de Coordinación Nacional, de Entidades y de Socios. Fue Consejero Electivo por el Comité Inmobiliario, además de crear e integrar la Comisión de Mujeres. También es propietario y director de las empresas Rendalo Mac, Revaloriza y EFE Solar.
Hay pocos rubros tan multiplicadores de la actividad económica de un país como la construcción. Al frente de este sector en Chile está Juan Armando Vicuña, ingeniero comercial de Universidad Finis Terrae, quien llegó a las aulas de esta casa de estudios en 1989, como miembro del segundo ingreso histórico del plantel.
“La Universidad era muy pequeñita en ese momento, tenía una sola generación arriba. Todos nos conocíamos mucho y lo pasábamos muy bien”, recuerda quien ha llegado a liderar la Cámara Chilena de la Construcción, asociación gremial que reúne a empresas que están relacionadas con la industria y las constructoras del país, desde las más grandes hasta las medianas y pequeñas, que representan el 60% de los socios.
Mi historia es particular. Mi padre es ingeniero civil, mi madre es abogada. Yo me metí a la Escuela Naval por tener una experiencia distinta, conocer el mundo, otra realidad. En el fondo, tenía cierta inquietud y fue una muy buena experiencia, pero luego decido retirarme y lo hago muy encima de la Prueba de Aptitud (test de selección universitaria de la época). Saqué un puntaje que no me dio para la Universidad Católica, que es donde había estudiado toda mi familia. La verdad es que tampoco tenía tan claro qué estudiar. Podría haber sido derecho, Ingeniería, periodismo… Quizás a los 18 años uno no tiene la madurez para tomar una decisión así.
Cuenta Vicuña que en esos momentos de incertidumbre conversó con su familia sobre su futuro. Desechó la idea de prepararse un año para rendir nuevamente la prueba de ingreso. Tampoco fue una opción darse un año sabático para buscar una vocación. “Mi autoexigencia, ese carácter que se forja en la Marina, no me lo permitió”, declara.
Recuerda que las redes familiares fueron claves para sellar su porvenir: “Como estaba en la Marina apenas sabía que estaban surgiendo las universidades privadas y que algunas tenían buenos resultados. La decisión fue un poquito inconsciente y con harto apoyo de mis padres. De hecho, una antigua secretaria de mi mamá le habló a ella de la Finis, porque en ese momento trabajaba como secretaria de Pablo Baraona (primer rector). Le contó de la calidad de los profesores, de los decanos, de la proyección. Y me decidí a probar, a por lo menos estar un año y de ahí cambiarme si era necesario. Pero finalmente los profesores eran los mismos que en la Católica y eso me pareció bien. Lo pasé bien. Fue muy entretenido el primer año en la Universidad. Entonces dije: ‘Ya estoy aquí. Me gusta. Sigo acá’”.
Claro. Me di cuenta porque la Católica daba las pruebas una semana o un par de días después de nosotros. Entonces, los alumnos de allá empezaron a ir a contactarnos para pedírnoslas- sonríe.
En serio. Por ejemplo, Álvaro Vial, que era el profesor Economía 1, hacía clases en la Finis Terrae y en la Católica, pero no hacía la prueba el mismo día, sino unos días después en la Católica. Y eran básicamente las mismas pruebas. Ese tipo de cosas pasaban en ese tiempo.
Por lo menos en los primeros tiempos, no. Pero creo que Álvaro después se debe haber dado cuenta.
Después de unos dos o tres años empecé a agarrarle el gusto a la carrera, me empezó a ir mejor. Hay un grado de inmadurez al principio, porque a los 18 años uno es bien cabro chico en realidad para decidir el futuro. Pero cuando ya empezaron los cursos más específicos de carrera, no tan matemáticos, sino que cuando empiezas a ver macroeconomía, por ejemplo, ahí ya dije “esto me gusta de verdad”.
Al mirar sus primeros años de formación desde las alturas que el moderno edificio de la CChC ocupa en avenida Apoquindo, en Las Condes, Vicuña admite que la vida extraacadémica fue otro factor clave para explicar por qué echó raíces en las Finis Terrae:
“Al ser una Universidad tan chiquitita al inicio, diría que las primeras generaciones fuimos muy unidas. Era muy entretenido porque estaba todo por hacer. Teníamos que armar, crear desde cero e ir a proponer ideas a rectoría. Hacíamos semanas mechonas muy entretenidas, fiestas. Tengo grandes recuerdos de esa época. Hasta el día de hoy me junto con todos mis compañeros. Lo pasamos bien, nos reímos; es un grupo bien transversal el que armamos. Entonces, de verdad creo que la Universidad para mí no fue solamente un tema de estudio, trabajo y conocimiento, sino que también importó la fraternidad. El poder armar una red. Eso creo que fue súper valioso.
¿Transversal en qué sentido? Socioeconómicamente, porque pasaba mucho que a la Católica entraba mucha gente que venía toda de los mismos colegios. Acá, no. Teníamos compañeros de regiones. Distintos tipos de realidades. Eso era muy enriquecedor a la hora de generar conversaciones. Tener miradas diversas siempre es muy bueno.
Así, sin esperarlo, Juan Armando Vicuña encontró en la Universidad Finis Terrae el terreno adecuado para construir los cimientos de una próspera carrera profesional. Y con lo absorbido por su paso en los años de formación, salió al mundo laboral.
Juan Armando Vicuña recuerda que sus primeras experiencias de liderazgo las vivió en la época escolar, como presidente de curso. Su vocación social la ensayó formando un grupo de 100 jóvenes voluntarios para el Hogar de Cristo. La Marina le dio la autoexigencia. Y, una vez dentro del campo profesional del rubro de la construcción, todos esos atributos personales pudo ponerlos en juego no sólo con el conocimiento académico ganado en la Universidad, sino que
dinamizando la cadena de valor del sector gracias a cómo había aprendido a generar redes en la Finis.
“Estaba en una empresa familiar de construcción, con varias operaciones en Valparaíso, Iquique, Antofagasta y Santiago; y frente a una situación en una obra de Valparaíso se me acerca mi padre y me dice: ‘Anda y conversa con la Cámara de la Construcción, de la cual nosotros somos socios. Háblales en Valparaíso a ver si puedes apoyarte con ellos’. Fui, conversé con el presidente de la delegación del lugar y me atendió fantásticamente. Me dijo: ‘Yo te voy a apoyar, pero tienes que hacerte socio de la Cámara Regional’. Y como vi que la Cámara tenía un área social muy fuerte, muy potente, me gustó mucho. Y al parecer a ellos les gustó mi forma de trabajo”.
Te diría que uno los motivos por los que tuve una rápida carrera gremial fue justamente porque me puse a mirar las cosas de otra forma, en términos de que ya no estábamos solos, de que teníamos que relacionarnos con otros, con otras personas, con las comunidades. Nuestros stakeholders son variados. Las asociaciones gremiales no son un ente cerrado, son elementos vivos que se relacionan con otros gremios, con la comunidad. Y esa mirada en red es necesaria que venga desde la cabeza de los gremios. Eso es lo que empecé a impulsar desde Valparaíso, que fue justamente hacer diálogos con distintos actores y también con ver cómo nos relacionamos gremialmente desde Arica a Punta Arenas con nuestros socios, porque la Cámara tiene 18 cámaras regionales repartidas desde Arica a Punta Arenas. Entonces, eso también había que unirlo y empezar a trabajar mucho más fuertemente desde la región, ir descentralizando la toma de decisiones.
El que tengas más heterogeneidad en la formación universitaria te permite ser más flexible a la hora de tomar decisiones cuando te enfrentas al trabajo, y con mayor razón en el área gremial. Hay que ser mucho más abierto de mente en ese tipo de labores para ir generando acuerdos en un sector tradicional enfrentado al cambio.
Muy de empresa. En el fondo de nosotros todos somos empresarios, sabemos que hay reglas y hay que cumplirlas. Pero el cambio de mirada es que no solamente hay que cumplir la ley, sino hay que cumplir muchas otras cosas. Porque cuando haces un edificio haces una intervención. Con una obra afectas el medio ambiente, tienes que preocuparte de los vecinos, tienes que preocuparte de la gente que es afectada, positiva o negativamente también.
A nivel personal, Juan Armando Vicuña también ha formado sus propias empresas: Rendalo Mac, Revaloriza y EFE Solar. En todas ellas ha incorporado esa nueva visión de sostenibilidad que imprimió a la CChC: Rendalo Mac es una plataforma colaborativa de arriendo de maquinaria pesada con presencia en México y Brasil (“una especie de Uber”, define), Revaloriza fomenta la economía circular a través del manejo de residuos de la construcción y EFE Solar se dedica a energías limpias a lo largo del país.
Así, por inconsciente que haya sido su decisión de matricularse a los 18 años en la Universidad Finis Terrae, hoy Juan Armando Vicuña mira atrás con la tranquilidad de haber tomado el camino correcto en la edificación de su carrera.
“El camino que han seguido las universidades privadas ha sido muy bueno”, asegura. Y agrega: “Han venido de menos a más y hoy, efectivamente, hay carreras que el mundo privado las provee de mejor manera que el público. Y eso lo veo incluso en las elecciones que mis propios hijos hacen a la hora de matricularse en la universidad. Ahora, finalmente lo que tú hagas en el mundo, lo que vaya a ser tu desempeño profesional, dependerá mucho de cada uno. La detección de oportunidades y ser un trabajador incansable, también tienen mucho que ver”.