Pionero en egresar de Ingeniería Comercial, ha tenido una carrera brillante en el mundo financiero y hoy es una voz influyente en el tema previsional como gerente general de AFP Capital.
Jaime Munita Valdivieso, Gerente General de AFP Capital
MBA de la Universidad Adolfo Ibáñez e ingeniero comercial de la Universidad Finis Terrae. En 1997 ingresa al Banco Santander, donde fue gerente comercial en tesorería, gerente general de Santander Administradora General de Fondos y gerente de la división finanzas. Fue director ejecutivo de Celfin Capital y en 2012 se traslada a Bogotá como gerente general de Corpbanca Colombia. De regreso en Chile, fue Country Head de Compass Group y desde 2018 es el Gerente General de AFP Capital.
Jaime Munita y sus cerca de 100 compañeros que, en 1988, entraron a estudiar Ingeniería Comercial no tuvieron mechoneo, la tradicional recepción que los alumnos antiguos le dan a los debutantes. Su nueva universidad, llamada Finis Terrae, ocupaba una antigua casa de calle Grajales, en República, que aún no se convertía en el barrio universitario que es hoy.
“Me acuerdo haber llegado a una casa que tenía básicamente dos o tres salas de clase grandes, donde estábamos todos ahí, unos 100 alumnos metidos en esa sala, apretados, pero con la ilusión de que se estaba construyendo algo potente, algo nuevo. La verdad que llegar a esa casa era curioso, porque era una cosa muy personalizada para ser una universidad”, recuerda hoy Munita, desde su oficina en AFP Capital, donde es gerente general.
En 1998 y en esa casona arrendada nacía la Universidad Finis Terrae con solo dos carreras: Ingeniería Comercial y Derecho. A la cabeza del proyecto estaba Pablo Baraona, el político y economista formado en postgrado en la Universidad de Chicago, considerado uno de los impulsores del modelo económico implantado en Chile durante los años 80.
Lo de Ingeniería Comercial es una mezcla de lo que me gustaba: algo de marketing, algo de finanzas, algo de comercial. Era una carrera que se adecuaba bien a lo que yo quería. Y lo segundo, mis papás conocían a Pablo Baraona, así que sabía quiénes estaban detrás. Yo no quedé ni en la Chile ni en la Católica, y la Finis era una buena opción por el grupo de economistas que estaban detrás de la universidad, que la estaban formando y por eso decidí postular ahí.
La exigencia fue alta, obviamente porque ellos querían sacar un buen producto, por así decirlo. Entonces fue alta en los distintos ramos y la verdad es que, de esos 100 que entramos el primer año, fuimos muy pocos los que egresamos con el título. Digamos que fue duro.
Fue interesante porque claramente cuando nos fuimos de Grajales a Pedro Valdivia fue como ¡Guau! El medio cambio. Era una casa grande, con hartas salas de clases, con un buen patio, que era para nosotros. Además, muchos estábamos más cerca de la casa donde vivíamos, en el centro nos quedaba bastante más lejos. Fue positivo desde todo punto de vista.
Munita no sólo fue testigo del crecimiento material. “También vimos cómo la universidad empezaba a evolucionar y empezaba a crecer, a tomar otra dimensión en infraestructura, en número de alumnos, etcétera. Incorporan nuevas carreras y empieza a desarrollarse”, recuerda.
Por supuesto que sí. No era una universidad muy política en general. Era una universidad, desde ese punto de vista, bastante más tranquila. No había estos dirigentes estudiantiles ni políticos. Era una universidad con más foco en el estudio. Y creo que sigue en la misma línea. De hecho, en el estallido social en la universidad no pasó nada.
Claramente ha cambiado muchísimo desde que yo estuve. De ser una universidad chica. Hoy día tiene 10.000 alumnos, con muchas carreras, con mucha diversidad, con gratuidad. Ha ganado prestigio en diversas carreras, como Medicina, Teatro, Arte, o sea, creo que ha tenido una evolución excepcional.
Ya titulado como uno de los primeros ingenieros comerciales de la Finis Terrae y tras realizar un MBA en la U. Adolfo Ibáñez, Munita tuvo una carrera ascendente en el mundo financiero. Banco Santander, Celfin Capital, Itaú Colombia y Compass Group figuran en su experiencia laboral que actualmente, y desde hace 5 años, lo tienen en la Gerencia General de AFP Capital, desde donde se ha convertido en una activa voz en el tema previsional en Chile.
Más que las AFP, el sistema de pensiones debe funcionar con el Estado. Muchas veces se caricaturiza a las AFP como las responsables del tema de las pensiones, pero el Estado también debe tener un rol muy importante. Yo diría ahora con la PGU (Pensión Garantizada Universal) lo adquirió, pero antes estaba delegado en las AFP y el Estado como que no aparecía. Hoy, el Estado se hace cargo de las pensiones de aquellas personas que tuvieron menos posibilidad de ahorrar.
Como lo hemos dicho muchas veces: las pensiones se solucionan con ahorro. Esa es una realidad. Sabemos que los sistemas de reparto, donde el Estado se hace cargo, terminan siendo no sostenibles, porque la población hoy está envejeciendo a una velocidad mucho más lenta. Subir la tasa de cotización es insuficiente. Hoy día las pensiones tienen que financiar un período muy largo de vida. Imagínate las mujeres, que viven hasta los 90 años y jubilan a los 60, estamos hablando de 30 años de financiamiento.
El Estado jugó un rol importante con la PGU, así que yo diría que esa es la fórmula en la cual tenemos que seguir avanzando. Tratar de generar más ahorro e incentivos para que la gente postergue su edad de jubilación. Los hombres de 65 años están plenamente vigentes.
Tan vigentes como el propio Munita, que con 54 años está lejos de pensar en el retiro. Actualmente, a su ejercicio profesional, suma su trabajo como integrante del Consejo de Desarrollo de la Finis Terrae, cuyo propósito es contribuir con el cumplimiento de la misión y el desarrollo de la Universidad, apoyando los planes que favorecen el crecimiento, la infraestructura, la reputación, la sustentabilidad y la mejora continua de su alma mater. “Con mi experiencia laboral, trato de ayudar a la Universidad a mejorar en los distintos frentes en que yo pueda aportar”, remata uno de los tres primeros ingenieros comerciales de la Finis.
En el equipo fundacional de la Universidad Finis Terrae estaban algunos de los economistas que definieron el sistema económico de Chile de las últimas décadas: los llamados Chicago Boys, por la universidad norteamericana donde se formaron profesores de la Finis, que llegaron a ocupar cargos clave en el gobierno, como el mismo rector Baraona.
Sí, absolutamente. Eso además fue parte de lo que me inclinó, y a mis papás, a ingresar, porque era un grupo de lujo en términos de la calidad docente, con trayectoria. Recuerdo a Pablo Baraona, fui su ayudante en macroeconomía; a Adelio Pipino, a Álvaro Bardón, a Álvaro Vial. En general tengo buenos recuerdos del staff de profesores.
No, es un nombre que surgió luego, pero ellos no se definían así. Eran bien apegados a su creencia económica, eso sí. Y eso lo transmitían y se notaba que les gustaba mucho. Lo transmitían con alta pasión, por la forma en que lo ponían en práctica, en las situaciones de mercado, uno lo lograba entender y lo lograba aprender.
Ellos eran muy de eso, de que se debe dejar que el mercado regule. Más que situaciones artificiales o con mucho Estado involucrado. Ellos eran, efectivamente, más de libre mercado.
Más que de acuerdo, es lo que uno iba aprendiendo. Te lo van enseñando y uno lo va asimilando de tal manera de ir entendiendo que efectivamente el mercado es el que debe regular los precios, de acuerdo a la oferta y la demanda. Y que también tiene que haber regulaciones en aquellas cosas donde no funciona, por ejemplo, en los monopolios. Todo lo fueron transmitiendo con sus conocimientos. Había una línea bien clara entre los distintos profesores.
Sin duda. Nosotros salimos en la época dorada, en el país de los últimos 30 años, que creció a tasas bastante distintas a las actuales, con lo cual nosotros pudimos desarrollarnos profesionalmente en un mercado mucho más fértil en ese sentido. Con un Estado menos involucrado. En consecuencia, el desarrollo de las empresas, del sector financiero, de los inversionistas institucionales, fue creciendo rápidamente.
Diría que sí estoy de acuerdo, absolutamente. Y en la medida en que uno va desarrollándose en lo profesional y va aplicando y va observando estas cosas, claramente lo ve con más claridad. Que el mercado tiene que funcionar y funciona. En aquellos mercados en que tiene libre movilidad, libre ajuste, demanda y oferta, el mercado va buscando el equilibrio.