La premiada teatrista revela cómo su maestra en la Finis Terrae, la actriz Verónica Oddó, inspiró el personaje central de su obra “Chaika”, que tiene una nutrida agenda internacional.
Teresita Lacobelli Delpiano Actriz, codirectora marionetista y profesora en workshops.
En 2000 ingresó a la carrera de Teatro de la Universidad Finis Terrae. En 2003 obtuvo el premio a la mejor actriz en festival de Nuevos Directores. Trabaja desde 2005 en el colectivo Viajeinmóvil, junto a Jaime Lorca, desempeñándose como actriz, codirectora, marionetista y profesora en workshops de animación de marioneta, en obras como “Gulliver” (2006) y “Otelo” (2012), entre otras. Junto a la marionetista belgo-rusa Natacha Belova crea la compañía Belova-Iacobelli, que debutó en 2018 con “Chaika”, obra basada en “La Gaviota”, de Chéjov, que ha sido premiada en Chile y Europa y que continúa presentándose con éxito.
A mediados de este 2023 Teresita Iacobelli, actriz egresada de la carrera de Teatro de la Universidad Finis Terrae, ya tiene funciones programadas de su obra “Chaika” para todo el primer semestre de 2024. Enero en Chicago, febrero en Nueva York, marzo en Génova y el resto de los meses, hasta junio, en otras ciudades italianas y de Francia.
Este frenético ritmo no ha parado desde el estreno, en 2018, de esta adaptación de “La Gaviota”, de Chéjov, con una expresiva marioneta que en las manos, el cuerpo y la voz de Iacobelli se transforma en una actriz de teatro en el ocaso de su carrera.
El éxito, la positiva crítica, los premios y la historia detrás de este montaje son conocidos. Lo que no es tan conocido es que el personaje central de “Chaika” está inspirado, en parte, en una docente de la Escuela de Teatro de la Universidad Finis Terrae: la maestra Verónica Oddó, quien falleció a inicios de 2023 dejando huella en varias generaciones de actores de Chile y Venezuela, donde hizo parte de su carrera.
Iacobelli revela: “Verónica tenía una pasión enorme por el teatro. Por la acción dramática. La fuerza con la que enseñaba esa pasión se puede encontrar en el personaje de Chaika, que tiene mucho de ella. El personaje es una profesional del teatro, una actriz que busca resolver las dificultades que tiene con acciones dramáticas y eso es lo que buscaba todo el tiempo Verónica.
Desentrañar eso fue el gran desafío que me dejó Verónica Oddó como intérprete, como creadora: desentrañar las acciones”.
Teresita, o Tita, aporta esta información ante el desafío de elegir docentes que marcaron su formación: “Ella me enseñó que el cuerpo tiene su inteligencia y hay que dejarlo hablar. Y es algo que llevo como enseñanza y lo pude traspasar también a las marionetas: no imponer nada de antemano al cuerpo, no imponer nada a las marionetas, porque hay que dejar que hagan su propio camino. Y después de lo que experimentamos, de las improvisaciones, viene el reflexionar sobre aquello y ver en qué punto nos tocó y por qué le damos un significado y qué sentido toman las cosas”, complementa.
Con más de 160 funciones en Chile y el extranjero, “Chaika” (gaviota en ruso) recibió los premios a Mejor Actuación y Mejor Actriz 2018 en Chile (Círculo de Críticos de Arte de Chile) y el Premio del Público a Mejor Director en Chile (Premios Clap). La primera representación en versión francesa tuvo lugar en el Festival Au Carré de Mons. En Bélgica, el espectáculo recibió el premio al mejor solo en escena (Premio Maeterlinck 2019) y en Polonia, el Gran Premio en el XXIX Festival Internacional de Bieslko Biala en 2022.
Tita Iacobelli y la marionetista belga-rusa Natacha Belova se conocieron en 2012 el Festival La Rebelión de los Muñecos, parte del trabajo que la compañía Viaje Inmóvil, de Jaime Lorca, realiza en torno al teatro de marionetas contemporáneo.
En 2015, ambas artistas crearon un laboratorio de investigación en torno al mismo tema y al final de esa experiencia, decidieron trabajar juntas: “Chaika” es la primera producción de la compañía Belova Iacobelli, a la que siguió “Loco”, igual de exitosa, premiada y con fechas reservadas para 2024 en todo el mundo.
“No quiero dejar a nadie fuera”, dice Iacobelli, alumna de la tercera generación de la Escuela de Teatro de la Finis Terrae, al identificar maestros que dejaron huella. “De partida, el director Eduardo Guerrero, que tú ves como alguien muy serio, pero era y es un apasionado del teatro y un loco soñador, que hizo esta Escuela de Teatro, fue idea de él. Él nos enseñaba a mirar críticamente el teatro”.
“¿Y quién más? Cristián Quezada, que fue un súper maestro. Amílcar Borges, maestrazo. La Vero Oddó, quien inspira ‘Chaika’. Luis Ureta, Andrés del Bosque y la Alejandra Gutiérrez también”, enumera. “Me recuerdo muy bien cuando Cristián Quezada nos hizo experimentar mucho en el primer año, cómo soltar, como sacar todo”.
Iacobelli no sabe bien de dónde surgió su interés por el teatro. Una de sus teorías es que viene de una familia tan numerosa, que creció con muchos estímulos. “Además, estuve en un colegio muy estructurado, con mucha disciplina. Lo único que quería al salir era estar en algún lugar donde poder expresarme libremente, sobre todo ocupando el cuerpo”, dice.
En esa búsqueda, optó por dar las pruebas de admisión para la Escuela de Teatro de la Universidad Católica, que se hacen el mismo día que las de la U. de Chile. “Estaba en esos tres días de exámenes para la UC, cuando conocí a una chica que estudiaba en la Católica y me habló de la Finis. Yo ni siquiera sabía que existía la carrera de Teatro en la Finis (llevaba recién dos años). Esta chica me dijo: la Finis tiene la misma malla curricular que la Católica y, por ende, que la Chile. Tienen súper buenos profesores y el entusiasmo de ser una escuela nueva”.
Con esos antecedentes, Iacobelli se inscribió y dio las pruebas en la naciente escuela. “Y menos mal, porque no quedé en la Católica”, reconoce risueña, con la tranquilidad de quien hizo una apuesta a ganador.
Lo más impactante fue ver teatro, los ensayos. Había muchas muestras de tareas de las generaciones mayores, y yo iba a todas los que podía. Y lo que veía ahí, me parecía fascinante. Todo, cómo hablaban, cómo se vestían, la iluminación que ocupaban, todo me parecía demasiado, extremadamente interesante y fascinante. Estaba como una polilla en la luz. Todo me gustaba mucho.
Su adaptación fue fácil. “La Escuela de Teatro de la Finis era una familia. La recepción que nos hicieron las generaciones mayores fue literalmente un asado familiar. Muy cercano, muy íntimo, muy relajado, muy buena onda. Nunca nos mechonearon”, destaca. “Las dos generaciones precedentes sí nos transmitían esa pasión, esa disciplina y esa como embriaguez por el teatro, en todas sus formas”.
No, la verdad es que no. Eso nunca lo enseñaron en ninguna parte de Chile. Desde hace algún tiempo hay algunos ramos, y está el Museo del Títere y el Payaso que da cursos, y el Anfiteatro del Bellas Artes, con la compañía Viajeinmóvil del Jaime (Lorca), que enseña. Pero en mi época no había absolutamente nada.
Sin embargo, la Finis Terrae sí influyó decisivamente en el tipo de teatro que ha desarrollado. “Fue justamente gracias a Eduardo Jiménez. Yo ya había salido de la universidad, cuando un profe me dijo: ‘La compañía La Troppa se acaba de separar, y Jaime Lorca está buscando una actriz para montar una obra y empezar una compañía’. Y Eduardo Jiménez me recomendó a Jaime, quien me entrevistó y desde ahí empezamos el camino juntos con Viajeinmóvil”.
Con Jaime empezamos a explorar las marionetas, a través de esta primera obra que fue ‘Gulliver’. Jaime tenía la intuición de las marionetas, ya había trabajado un poco con ellas en ‘Gemelos’. ‘Gulliver’ fue una escuela para todos. Una escuela de manipulación, de reflexión sobre la marioneta y desde ahí todas las obras que vinieron con Viajeinmóvil fueron una escuela de estudio de la marioneta contemporánea.
Sí. De hecho, venimos saliendo de taller de un laboratorio de dos semanas con 15 alumnos de construcción y de manipulación y reflexión de marionetas. En la Finis una vez hice un semestre de marioneta y fue súper interesante, es algo que podría desarrollar más. Con Jaime también, en la compañía Viajeinmóvil, hicimos varios talleres. Siempre que puedo, lo hago.
Como alumno te sirve mucho. En nuestra época, era otra sala de teatro y llegar a actuar ahí no era para cualquiera. Era para los exámenes de último año. Y eso también te va como acercando a este misterio del teatro. Encuentro que es súper bueno y sobre todo porque gracias a esta sala hemos podido seguir colaborando, ya sea como exalumnos, como actriz, como teatrista, con la escuela; lo que es súper coherente y edificante.
Les diría que, si pueden probar, que lo hagan. Como dice (el dramaturgo argentino) Mauricio Kartun, el teatro te toma para hacer tu experimentación y tú puedes pasar y seguir haciendo otra cosa, pero cuando te agarra, te agarra. Y ahí, tienes que ponerte a trabajar no más por el teatro.